jueves, 30 de octubre de 2008

Trepanación


En esta frívola mañana, solo, encerrado, siento esa pesadez en los pies como si mi ropa estuviese totalmente impregnada de agua fría.
Estos yunques que fueron soldados a mis huesos quebradizos, no dejan que me mueva, mis articulaciones se desgajan como montes bajo tormenta, se encuentran en este crujir incesante como la madera de un barco en medio del diluvio.
Me sofoco en vómito hilarante de verdades silenciosas que me convulsionan al momento de estar enclaustrado.
El espinazo me cosquillea, tal vez porque ya se durmió y me remite a ese pequeño dolor; más que sufrimiento, es incomodidad.
Los párpados están estáticos, el no poder parpadear me desespera a tal grado que me hace comprender a los pecadores que están en el círculo de los traidores, ese incesante sentimiento de llorar y ser incapaz de hacerlo.
Esta desidia me da el remordimiento de vivir y quisiera morir por este obstáculo invisible que me acongoja, que me está inutilizando; sé que no es la solución pero es un excelente desahogo.
Creo que debo hacer algo que debí hacer hace mucho tiempo, debo trepanarme para calmar esta presión incesante, para ver mis adentros, para descansar... en paz...

No hay comentarios: