martes, 30 de junio de 2009

Miradas

Ahora eres un perro que se arrastra sin parar, en tanto que caen tangenciales gotas de tedio a través del sendero que se abre ante mis ojos. Su llovizna artificiosa iguala, eufemísticamente, la pretensión oblicua de alcanzar lo universal.
Escucho lo amarillo de la noche al tiempo que una imagen se emparenta con la luz; deduzco que la teoría presupone una sofistificación de la apropiación transformacional de la realidad y predispongo el escepticismo ante la historia de la humanidad.

Una pregunta se agolpa en mi cabeza: ¿Hasta qué punto la inacción de la acción ha devastado mis sentidos?
Te miro y una desbandada de suspiros se aleja de mí.

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