lunes, 7 de septiembre de 2009

Lisonjero (en fragmentos)

Toca a las puertas de mi cabeza
la realidad iracunda que cobra la renta;
yo, escondido
cabalgo errante al espejismo.
(Ella entonces golpea con mayor brío)
Le abro y asomo los ojos y la boca,
cruzo la pierna izquierda en la abertura
(para que no se meta el tiempo
y huyan apresuradas animales ideas),
le muestro el semblante
y mi andrajosa camisa de fuerza,
sólo le abono un adulo
y le explico mi precaria cordura.
Ella sujeta al feroz lazarillo
que se aferra a traspasar mi cancela.
Ella se aleja escupiendo amenazas
y da prórroga a mi ausencia,
resignándose a regresarme a la fantasía.
Sin distancia, detrás de mi frontera,
dilapido el portillo
y me pierdo apatriado de todo,
galopando tan espumoso como equino.

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