viernes, 9 de septiembre de 2011

Metztli

Luna: ¿quiénes hemos sido estos años? ¿y si regreso “todo” a sus dueños que fueren, esta mórbida genética, esta lengua mal pronunciada, el antiguo reino del cual fui tirano, todos estos apéndices de mi existencia? tengo tanto tiempo engullido en sus universos que necesito ideas vírgenes satelizando la abertura donde debería estar mi naturaleza; no hay raíces en la historia que me nutran en mi celda, no hay rastro mío que se mencione en algún dialecto antiguo, ¡heme aquí! perdido en la perversa capital del gran Indiferente, respirando labilidad por cada cloaca, por cada gota de lluvia cáustica que empapan al enajenado, el auxilio se me atora (como vellos púbicos) anidando en mi garganta.
Luna, te necesito orbitando en rededor a mi cadáver que no me veo, me encuentro tan falto de vida que de seguro todos aquellos que me vieron en este tiempo ni siquiera lo recuerdan, por eso leo poesía, para saber si una fémina tiene buenas nalgas o alma limpia (Bukowski me asegura que tanto gime o que tanto rasguña, Asbaje asegura que tan fuerte puede golpear y Rilke me advertiría cuánto dolería amarla). Ya pervertida mi estancia, la “muerte reducida” me gobernó por completo, trabajé donde los atributos de Tonatzin me estaban prohibidos, desprendiéndome el placer, huyendo de mí. Fui títere tirado por las uñas de las circunstancias, sometido a lo que otros llamaron “bien común”, dolido de las retoricas que profesan una moral ciega. Me han dado el golpe de gracia, se me ha marchitado la estadía, por trabajar bajo el sol doble jornada y comprarles las risas a desleales compañeras, por consumir sus vaginas.
Te necesito, Luna, plateando mi noctámbulo mar, resoplando sobre mi marea, mi corazón anhela las arrítmicas tormentas de tu temperamento, pues eres la irresistible atracción del temido y lo horrible, yo necesito un rayo que reviva mi locura. Señor Yabro: ya nos llegó el momento de encontrarnos, los caminos comenzaron a cobrarme tributo, la libertad está enojada y nos ha negado verle. Llevamos una gran travesía vagabunda de bohemios, de gente sin tiempo, familia ni patria, no por lo que somos, sino por lo signos que garabateamos, los disfraces que vestimos, he llegado tan tarde a “todo” que he perdido de vista la orilla del mundo y todo lo que no era mío y aun así tomé prestado. Lo he destruido con los ojos llenos de sangre.

2 comentarios:

Bris_ska dijo...

wOwwww a mi me latio muxoooo... vas mejorando... te kiero un xin....

Anónimo dijo...

Cámara compadre, ahora sí hizo efecto la yerbabuena...buen escrito siga así!!