martes, 10 de febrero de 2009

El séptimo día II

...Al principio fue sólo una sospecha. Ese primer día corrí por los pasillos del Palacio de Cristal de Olvido intentando encontrar en las pinturas de fantásticos animales una respuesta. Todo fue inútil. Las paredes no tenían la respuesta que buscaba. El segundo y tercer día no fueron distintos al primero: interrogué más de cien libros para saber si mi búsqueda no era infructuosa. Unos referían vagas alusiones que rayaban en lo absurdo; otros obligaban a violar cualquier imaginación, cualquier pensamiento posible, al hablar de series alfabéticas (a, b, c, d...) que se ligaban con otras en interminables series (a1, b1, c1, d1); otros, los menos, referían extraños objetos que conjuraban mezclas prodigiosas; otros, los más, hablaban de extrañas doctrinas que obligaban a la mansedumbre, al suicidio biológico, a amar a los enemigos (como si fuera posible a la gacela ofrecer la garganta a los colmillos del leopardo). Otro mencionaba, en el capítulo XXII, la historia de un preso que es salvado de sufrir su condena por un perturbado caballero, después el preso le muestra unos manuscritos en los cuales ha escrito su vida. El texto, al igual que su vida, no estaba concluido... Ninguno contenía la respesta que buscaba...

No hay comentarios: