Algo suena roto por dentro:
gotitas chapoteando rítmicamente producen eco.
Rebota, se quiebra el sonido:
llueve.
Por el afán del deber haber
la gula hace gemir al ser
(como postrera cacofonía)
La mente tiene el cuerpo que se merece.
Las esquirlas gritan pavorosas a los rincones del vaciado destino:
ha reventado lo único que creí indestructible: mi Fe.
La ciudad se construye con las pequeñas estridencias que declama el mal.
Sordo quedó mi corazón mientras me gritabas a la cara
(sólo miraba ruidos en rededor repicando el plano abstracto de la vida)
tamborileaste fuertemente la tela que me une a la existencia:
fue ese ruido quien me hizo amar el silencio.
Vida: me doy cuenta que te amo cuando escucho reírte.
Suenas a hojarasca bajo mis pies en una caminata madrugadora
a eufonías en carnosos labios femeninos.
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