jueves, 9 de junio de 2011

Tonterías VI (sobre vendettas y sicarios)

Me iré, señor Yabro
tanto tiempo hemos esperado
¿Cuántas veces han caído las hojas ya muertas en nuestro frío bosque?

Y la cordura nunca llegó.

Me iré
espero no me reconozca cuando nos volvamos a ver
me iré bajo la luz de la luna acicalando mi espalda.
Nada de usted quedará
ni la composta ni el follaje.
Lo asesinaré y moriremos desde mi cabeza
y volveré ajeno con un alma otoñal café.

Y sin razones:
ya no hay más madrugadas
no es por miseria, desesperación o muerte
solamente se han caído Citlalis desde la insondable negrura.
Se acabaron
pero al final, el placer,
se queda con nosotros
(aún después de muertos)

Pediré al destino un despertar violentamente muerto.
Pediré un sinsabor adiós y un día con mucha tormenta
poco a poco tiraré pedazos de espacio al universo,
regalando la existencia.
Y queda, después de todo, escoria ignota
con horizontes angostos.

Se ha quebrado una caja multisabores
las ideas escapan pavorosas entre las esquirlas
es un prematuro adiós;
incontrolable realidad:
no hay demasiada vida.
Sin embargo, un día
seré libre; ya no habrá paredes
(es demasiado pronto, para banquetes)

Mañana, o un día después, cuando todo acabe, será una despedida lenta, usaré el tiempo restante, me endrogaré. Pediré al destino que me hagan violentamente despertar, muerto, espectro de ti: escoria sin dios.
Mañana, siempre será un día con mucha tormenta, y el mal gusto adormecerá las retiradas inciertas: encuentros caníbales entre la sed aridecida de los perpetuos caminos, y el dolor incesante por el desprendimiento de la vida en los eternos adioses.

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